En el acto supremo de sentir, se encuentra mi libertad.

Mi libertad me pertenece porque no es de nadie solo es mía: yo la endulzo y la amargo con los sabores de mi vida. A nadie le pedí permiso para que la juzgara, para que la criticara, para que la vanagloriara. Hace muchos años que decidí ser dueño de mis propias emociones, y pagar el precio de sentir.

 

Y mira que he dudado a veces de no querer sentir más, de que mi corazón solo impulsara el acto mágico de la vida, mi propia vida.

 

Los soñadores tenemos reflejado en nuestra aura el mágico estímulo del sentimiento. Me emociono, me emociona la vida: Me emociona la sonrisa de un niño cuando lo veo en la calle, la mirada de un anciano que busca cobijo en sus recuerdos, los ojos  de un cliente que comienza a facilitarse su camino.

 

Yo he sentido muchas cosas, es verdad; he sentido un amanecer  desde el castillo de Bujaraiza, en Cazorla. He sentido la pérdida de mi fe en el campo de concentración nazi de Muschaussen ante los hornos crematorios; he podido sentir lo más parecido al  dios del universo en los labios  que he amado, he llorado y emborrachado delante del lugar donde fusilaron a Federico García Lorca, toda una noche inolvidable con el alcalde de Viznar, Granada. He recuperado la fe mirando a los ojos a Ana, el día que nació.He reído hasta la saciedad en innumerables cenas con amigos: en Madrid, Barcelona, Berlín, Paris, Roma,…Y en medio del espacio de mi mundo.

 

Y este es mi mundo, mi pequeño cobijo: sigo teniendo un cofre lleno de sueños para poder compartir con todo el que quiera conocerme,: Todo el que quiera darme su mano, tendrá mi mano. Todo que quiera darme sus risas, tendrá mis labios en actitud positiva.

 

 

Hoy he sido consiente que…En el acto supremo de sentir, se encuentra mi libertad.


 

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